martes, 31 de enero de 2012

EL ORGULLO DE SER BOGOTANO.


Hace algún tiempo, me llegué a hacer una pregunta muy seria: ¿será que me ando aburriendo de ser una persona honrada y medianamente productiva en la sociedad? Decidí hacerme el juego mental (experimento mental lo llamaría Einstein) de ponerme a responder afirmativamente a ver hasta donde llegaba.

Al pensar que hacer si no quería ser ni un humilde asesor comercial, ni un oficinista de tiempo completo, ni mucho menos un barman de un café con piernas, empecé a maquinar la idea de hacer algo que me diera plata, pero que no fuera ni traqueto, ni guerrillo ni matón de tiempo completo, a lo que también renuncié a mi anhelo reprimido de ser ladrón profesional de bancos.

Decantando opciones llegué a la conclusión de que solo podía tener futuro en dos “profesiones”, curiosamente muy de boga hoy día, una es la de ser pastor de iglesia cristiana, como bien lo decía un anuncio de periódico, un negocio rentable que lo pone a uno en las altas esferas del poder social y económico, al poder llegar a múltiples personas con un discurso que no solo va a conmocionarlos, sino que los va a convertir en creyentes de la palabra de un ser supremo que nos guía y nos lleva a todos a la redención divina, alejados de toda tentación material, mientras mis arcas se llenan de humildes donaciones que hacen que mi vida sea un poco mas comoda, con tan solo un par de vehículos, un pequeño hospedaje con sauna y dos sirvientes y humildes vacaciones en algún lugar fuera de esta nación.

La otra opción, que a su vez es la misma razón por la que escribo este post, es la de volverme político. Nada debe ser mas sabroso que repartir puestos a diestra y siniestra a los amigos, sacando tajada de cada contrato, cada adjudicación y cada obra, trayendo el bienestar a mis conocidos mientras el país se hunde en su propio orgullo.

Pero bueno, digamos que quisiera ser un político “honesto” (lo cual seamos sinceros, no es posible) y decidiera lanzarme a la alcaldía de esta triste, abnegada y no siempre bien ponderada ciudad de Bogotá. Lidiar desde el palacio Lievano todo lo que aqueja a la ciudad no debe ser fácil de digerir: los trancones de toda la ciudad, un sistema de transporte masivo que es medianamente eficiente en cuando a la movilización de pasajeros, pero en ningún momento apela a la dignidad humana ni trae mejoras en cuanto al respeto y la tolerancia que debemos tener con nuestros conciudadanos, delincuencia rampante, expresada en la creciente precepción de inseguridad, cifras de criminalidad bastante altas y por razones ridículas, descomposición social al ver como esta de moda ser ñero, malmirado y bastante tropelero, alto subempleo que nos muestra que en esta ciudad estamos llenos de vendedores ambulantes, pobre estado de la malla vial que hace que hasta uno brinque en un Transmilenio (es en serio, que día un articulado cogió un hueco por la autonorte y nos hizo brincar a todos), entre muchas otras fallas que presenta nuestra ciudad en cuanto a competitividad, inclusión social y falta de control sobre las pocas ideas buenas que se tienen aquí.

Pero sigamos con la idea, yo digo que en caso de iniciar una campaña politica atacaria el que es para mi, el principal problema que aqueja a la ciudad. Lo que sucede es que este no radica ni en los contratistas que se tumban la plata y se van a viajar a Dubai, ni los entes de control que terminan siendo gestores del desangre social y económico. Tampoco es culpa de nuestros gobernantes que poco hacen para que la ciudad sea mejor, solo intentan imponer una visión particular que dura lo que dura el gobierno, y al siguiente todo se va al caño para empezar de ceros.

El problema real es la gente que vive en Bogotá.

Si pudiéramos tomar las estadísticas del DANE, veríamos que en Bogotá hay gente de TODO el país, extranjeros y no falta uno que otro orco que deambule por la ciudad mostrándose como una diva. Uno ve Boyacences, pastusos, paisas, caleños, Barranquilleros, San Andresanos, Chocoanos… y la lista sigue hasta extenderse a toda la geografía nacional, venidos a la capital digo yo con un mismo objetivo: tener una mejor vida. Las circunstancias para tomar tal decisión son variadas, desde razones de simple conveniencia, hasta tan desafortunadas como el desplazamiento forzado.

Yo soy hijo de una Bogotana y un “guataviteño” (si es que así se dice a los oriundos de Guatavita), pero puedo decir que soy, junto con mis primos y mi hermano, la primera generación que se cría netamente en Bogotá. Mi padre es una persona que se siente muy Bogotano, ya que esta ciudad le ha dado a el y a su familia todo lo que tienen hoy día, y mi señora madre, a pesar de haber sido criada en el Tolima, también vive muy agradecida con la ciudad y por todo lo que esta le ha ofrecido.

Cosa contraria es la que he visto en muchas partes y representada en muchas personas. Odian a Bogotá, tiran papeles en el suelo, maldicen del clima, del trafico, de los buses, de los centros comerciales llenos, de los hospitales y hasta de los mismos Bogotanos, anhelan estar de nuevo en su tierra, van a ella cada vez que pueden y regresan con esa nostalgia de “es que en mi tierra todo es tan bello”, volviendo a maldecir de la “nevera” (como los costeños suelen llamar la ciudad) y de todos esos “rolos” que deambulan por la urbe.

Yo soy Bogotano, he vivido toda mi vida aquí y no hay ningún otro lugar que me haya dado tanto como esta ciudad. Me gusta la urbe, lo que la compone, me gusta que es una ciudad que trata de estar a la vanguardia, me gusta que es una ciudad abierta a todo el mundo, donde no lo miran mal a uno por ser extranjero, donde se habla el español mas neutro del planeta, donde en 15 minutos pasas de un ambiente colonial a una urbe moderna y dinámica, donde los mejores paisajes urbanos se ven en los lugares mas deprimidos, de donde salen mujeres hermosas (mi novia es una de ellas) y hay muchos lugares claves que visitar y conocer, museos, iglesias (aunque soy agnóstico, la arquitectura de estos lugares es fascinante), edificios emblemáticos, parques, restaurantes, bares, centros comerciales a la altura de los mejores del mundo entre muchas otras ventajas que tiene el vivir en una urbe que intenta proyectarse como una megapolis de nivel mundial.

Así que viendo toda esta contradicción entre el odio de algunos y mi amor por la ciudad, mi eslogan de campaña para la alcaldía seria “EL ORGULLO DE SER BOGOTANO”.

¿Por qué así? Porque para mi no hay nada mas incomodo que una persona que no se siente orgullosa del sitio en donde se encuentra, yo no he visto a nadie con grilletes, ni puertas electrónicas en los extramuros de la ciudad para impedir la salida de todos aquellos que no se sienten a gusto con la ciudad, dejándola para quienes si queremos y creemos que una mejor Bogotá es posible, con una identidad, con un orgullo propio que nos permita decir “Somos Bogotá, la capital del país y el sitio donde mejor se vive”, sin que salga algún provinciano mala leche y nos diga que su región tiene esto y lo otro.

Con esto no quiero denigrar a ninguna persona que venga de fuera, tengo amigos costeños, paisas, boyacenses, pastusos, caleños, santandereanos, llaneros, y los aprecio porque en su mayoría son personas que quieren estar aquí, no porque les toca, como “sabiamente” alguien me ha dicho. De esta forma el que se quiera quedar aquí en Bogotá debería sentirse orgulloso de vivir aquí, de lo poco que tiene la ciudad para ofrecer y trabajar en pos de mejorar día a día la ciudad que lo ha acogido con los brazos abiertos y le ha brindado la oportunidad de ser un Bogotano por adopción.

Si en vacaciones se quieren ir para su tierra, que lo hagan, me tragian un bonito recuerdo y me cuenten muchas cosas buenas de su tierra, mientras yo me dedico a recorrer la ciudad que con sus pros y contras, es la ciudad que me ha dado todo, la ciudad que no le cierra las puertas a nadie.

Esquirla 1: Quiero aclarar que no tengo nada en contra de las demás regiones, tan solo pido respeto para mi tierra, así como respeto las culturas y tradiciones de otras regiones, que de igual manera aspiro a conocer.

Esquirla 2: Ando muy de acuerdo con la “política del amor” del alcalde Petro, pero pienso que esta debería enfocarse al amor por la ciudad, que también incluye al amor por los ciudadanos y todo lo que ofrecen.

Esquirla 3: Para la “periodista” que escribió el articulo en el diario EL TIEMPO sobre las escaleras eléctricas publicas en Bogotá, es francamente inadmisible que una persona de ese medio proponga ese tipo de “disputas” regionalistas en un tema en el que los paisas claramente nos llevan la delantera, ellos usan las escaleras para llevar progreso a sectores deprimidos, aquí las trajo una empresa privada para darle “caché” a su edificio nuevo y que ha estado lleno de controversias. Para quienes no han leido el articulo aqui les dejo el link.

http://www.youtube.com/watch?v=Al4Fb8ykCYY