Desde hace años venimos con el cuento de las vacas, y no
propiamente de aquellas que proporcionan leche, sino de aquellas que se vuelven
sagradas, que atentan contra las empresas, las familias, los estados y se
vuelven parásitos de la monotonía y de la desidia humana. Sobre eso hay una
gran cantidad de literatura que explica que cuando se encuentra una vaca, hay
que ponerse sobrero de vaquero tomar una soga y salir de cacería para que, en
el mejor de los casos, podamos disfrutar una deliciosa hamburguesa con su
jugosa carne, después de todo la hemos alimentado con o sin culpa por muchos
años.
Pero en el país del sagrado corazón de Jesús todo es
posible, incluida la opción de tomar a la vaca bajo nuestra ala, y cual monjes
tibetanos, alimentarla, cuidarla y rendirle culto solo por el hecho de ser
sagrada. Los ejemplos sobran: La tauromaquia es una tradición que no se puede
romper, el voto en el senado es secreto y tampoco se puede cambiar esa
tradición, Colombia es un país de conflictos y por eso el reality de moda debe
mostrar eso como prueba reina de nuestra idiosincrasia, somos un país que vivió
la época del narcotráfico y por eso no debemos olvidar lo que pasó (como si hoy
exportáramos mas café que coca), somos un país que vive bajo la utopía de la
seguridad como pilar fundamental de su desarrollo.
Por eso hoy mismo la gente no sabe a quien echarle la culpa
de lo que sucede en este país, el Uribismo le echa la culpa a Santos, Santos a
la guerrilla, la guerrilla a los paras, los paras a los políticos, los políticos
a otros políticos y estos últimos a los medios, quienes finalmente dicen que el
problema no es de ellos sino del televidente que pide eso. LA CULPA ES DE LA
VACA.
Como colombianos aceptamos una justicia que no funciona,
deja libres a los delincuentes y en cambio deja por años encerrados a personas
inocentes que simplemente no tienen como pagar un buen abogado. También aceptamos
un legislativo que solo legisla en pro de sus propios intereses, pasando por
encima la voluntad de un pueblo y que se jacta de decir “usted no sabe quien
soy yo”, como si el pueblo tuviera que tenerles miedo. Un ejecutivo que a
leguas se le nota que le esta quedando grande el país, apoyado por un circulo mediático
que magnifica cada derrota y minimiza todo éxito obtenido, creando la formula
perfecta para el desastre. Tenemos una oposición que no construye, unos porque
no se les da la gana y otros porque simplemente todo lo que dicen suena
subversivo para el resto del país. Aceptamos que un sujeto que defraudo a la
nación, sea homenajeado como un mártir de una sociedad que solo busca su propio
interés. Aceptamos que un expresidente amenace funcionarios públicos con “darles
en la cara” y el público solamente diga que es por su carácter frentero, eso ya
es amenazar, digo yo. Aceptamos que los dos últimos alcaldes de la ciudad, sean
personajes que ni nacieron en la ciudad, ni la quieran hacer respetar.
Lo mas triste de todo es que mientras aceptamos esta cruda
realidad, ignoramos otras cosas, el simple hecho de no luchar por un sistema de
salud que no nos desangre y que no convierta el derecho a la vida
(constitucional de por sí) en un negocio del que algunos pueden lucrarse, que
la clase política se robe nuestros impuestos impunemente y aun así pensemos que
es una estupidez que salgan de allí. Damos la espalda cuando alguien se cola en
el transmilenio y hasta pensamos en seguir su ejemplo. La emprendemos contra
los indígenas, siendo que ellos han sufrido lo que nosotros en nuestras cómodas
ciudades nunca viviremos. Somos felices con las monedas nuevas que realzan
nuestra riqueza natural, sin darnos cuenta que en el fondo, es un sofisma de
distracción mientras el país le es entregado a las multinacionales que no les
importa el medio ambiente, solo la riqueza que puedan extraer de él.
Aquí lo único que interesa es la seguridad, como si lo demás
no fuera importante, hemos convertido ese tema en nuestro caballo de batalla,
le quitamos recursos a las bibliotecas, al deporte, a la cultura y a la ciencia
para traducirlo en balas y carros de combate. Formamos soldados que no saben ni
como atender a un civil y creen que todo aquel que no porte un uniforme es un
enemigo no declarado (pregúntenle a mi hermano y a mi mamá, dos de las personas
mas pacificas que conozco), en lugar de formar investigadores para remplazar efectivamente
todos los cultivos de coca que nos tienen jodidos, en lugar de crear escuelas
donde se evidencie la consolidación del estado y que los niños no tengan que
irse a las filas de la guerrilla porque no conocen otro estado. Hoy día
evitamos formar ciudadanos Colombianos, porque es mas importante ver que los
Rolos son los acartonados y elitistas, los Paisas son una chimba pero tramposos
como ellos solos, los costeños son los parranderos, los pastusos son los brutos
y los santandereanos son de mal genio.
Por cosas como estas es que Caracol y RCN siempre van a
estar ahí, porque nos dan de lo que nos gusta, sin que pensemos tanto, sin que
analicemos, simplemente tomar lo que ellos nos digan y asumirlo como verdad
absoluta, vemos sus novelas porque un documental es para los nerds y los que
les toca pensar. Vemos los realitys porque son divertidos, las viejas están buenas
(o los manes aguantan) y es que esta noche se van a dar en la jeta o van a
hacer trampa (aclaro, no los veo, pero si he leído los análisis que se han
hecho, si usted hace al revés, debería seriamente reconsiderar saludarme
nuevamente). Vemos los noticieros porque la sección de farándula esta de muerte
y porque hay que enterarnos que otra canallada hicieron esos “indios” del
Cauca.
Este es el país en el que tuve la fortuna de crecer, mis
maestros, mi formación y la vida misma me han dado las herramientas para ver
todo esto, pero lo que también se, es que no quiero que mis hijos crezcan en un
ambiente que solo propicia la mediocridad y la chabacanería como modelo
cultural, un ambiente donde es mas importante ser el personaje de moda que
tener algo de carácter, un país que se vanagloria de su propia ignorancia y
pretende usarla como excusa para no cambiar y ser mejor, ya que eso cuesta
mucho.
Eso es lo que pienso y al que no le guste y crea que la
culpa es de la vaca, venga y dígamelo, que con mucho gusto le doy en la jeta
mari…