
Con el perdón del Nobel, tomo su idea para este texto, que aunque espero que sea corto, es una idea que me viene dando vueltas desde hace unas cuantas horas, y que describe algo que muy pocos pensamos en nuestra rutina diaria, pero que hoy me basto observar para traer a mi mente una serie de recuerdos y vivencias que me hacen sentir un poco mejor.
Hace como 6 meses o mas, un viejo amigo mío me recomendó un blog escrito por una prepago, un trabajo muy casual realizado por una prostituta que se dedicaba a contar historias acerca de su actividad, como llegó a ella, como hacia su trabajo pero finalmente fue algo muy interesante encontrar que detrás de una mujer que vende su cuerpo, hay un ser humano que siente, piensa, sufre, llora y cae como lo hace cualquiera de nosotros. Hay que reconocerlo, para leer una cosa de estas hay que ser o muy ávido de experiencias nuevas (como las de leer pormenores de un trabajo que aparentemente no los tiene), o ser una persona de doble moral que por un lado critica, pero por el otro lado piensa y hasta sueña con lo que lee, yo personalmente me ubico en la primera categoría, ya que no tengo ninguna necesidad de esconder que leo a una prepago (o leía, dejó de escribir en diciembre pasado), y que de cierta forma es interesante leer algo que no es común (o ¿cuántos de ustedes pueden contratar a una de estas niñas para que les cuente “cuestiones laborales”?)
Pero esto no es el meollo por el cual me encuentro metido en estas líneas, aunque tiene referencia directa, ya que “Andrea” como se llama la protagonista del susodicho blog, no solo escribía acerca de su trabajo, habían días en los que se dedicaba a narrar como se sentía, y aunque parezca increíble, una mujer que vive como se le da la gana, que hace lo que se le viene en gana, como ella misma lo describe “vivo entre hombres pero vivo sola”, cuestión que lo lleva a uno a reflexionar un poco acerca de lo que es la soledad y la alegría, o quizá la tristeza y el acompañamiento, que aunque puedan ser términos contraproducentes, reflejan sentimientos que pueden ir de la mano, incluso con la desgracia.
Ayer camino a la Universidad, el Transmilenio que cojo pasa por toda la zona de tolerancia del centro de Bogotá, un sitio en que el muchos pierden el habla, y otros pierden noción de las bendiciones que se hacen en pos de las mujeres que se dedican a explotar su cuerpo por un par de billetes en esta zona de la ciudad. Esto no tendría nada de raro de no ser porque ayer habían un grupo de prostitutas en una esquina, y hacían un ruido que casi escandalizaba a todo el sector, pero mirando por las ventanas del bus, pude observar como ellas se dedicaban a modelar entre si y hacer calle de honor a todo transeúnte que pasaba por el lugar.
Ignoro si las suscritas del cuento estaban bajo los efectos de alguna sustancia, o si en medio del zafarrancho aprovechaban para esculcar algunos bolsillos en busca de algo extra, pero quizá lo mas importante de eso, fue ver la alegría de estas mujeres a pesar de su condición, que todos sabemos que no es la mejor, son “putas” del centro, mujeres que a veces casi ni venden su cuerpo, lo regalan con la esperanza de poder salir del atolladero en el que se metieron por diferentes razones ya sean voluntarias o involuntarias.
Quizá no haya video de eso, y la verdad me hubiera gustado filmarlo, la naturalidad y la espontaneidad de estas mujeres que a pesar de todo lo que cargan a cuestas, tienen tiempo para sonreír, para ser felices aunque sea solo un momento efímero, es algo que me hace sentir mejor, ya que me recuerda que yo posiblemente tenga mucho más que ellas, este metido en problemas mucho menores a los que ellas tienen que enfrentar a diario y sin embargo a veces tiendo a vivir un poco mas amargado que ellas, olvidando quienes me rodean, lo que me rodea y lo más importante de todo, lo que soy.
Como que día le leí a un amigo mío “Macte, nova virtute, puer, sic itur ad astra!!!”
Exitos.
Phantom
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